Toco las notas en el piano de la noche y las volutas de humo aparecen en el foco proyectado a mi espalda, en el escenario arruinado de un teatro olvidado. Siento el cañón en la nuca y río. Siento como atraviesa el plomo a través de mi imagen holográfica y disparo al incauto sicario un dardo con brucina.
Estos colonial son unos cachondos, se creen que pueden liquidarme con un paquete de Zalduar. Recojo el holocubo y monto en mi moto, quiero regalarles mi aliento a unos viejales que me quieren bien muerto.
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