http://albacetecapital.es/aire-plateado-mercurio-garcia-iris/
El miércoles 14/08/13 se actualiza el sitio anterior con la columna Escritor o poeta.
Se archiva a continuación el texto íntegro de Prosa poética en esta entrada a viernes 16/08/13:
Se archiva a continuación el texto íntegro de Prosa poética en esta entrada a viernes 16/08/13:
Prosa poética.
Dentro de la riqueza de géneros
literarios nos podemos encontrar la prosa poética. Se trata de un tipo de prosa
cuya estética es marcadamente poética en cuanto a que prima un estilo
descriptivo y bello por su forma más allá de su argumento. Suele encontrarse en
motivos y anécdotas comunes o costumbristas en las que invita al placer de leer
por leer sin pensar en grandes intrigas ni altos vuelos morales. De fácil
lectura, conecta sin pretensión y germina en el interior del lector una paz
acrecentando así el sosiego y gusto por el sustantivo bien adjetivado y el
ritmo sin rima que respira un sentimiento esponjado con el agua de la fuente de
la plaza del pueblo. Aquella en la que beben las palomas y te afanas en atrapar
haciéndolas volar delante de tu ilusión infantil. Al continuar su lectura es
curioso cómo crece su calidad en espiral, lentamente en giros cada vez mayores
asciende su fuerza sin llegar a alcanzarte. Te eleva y flota sin decirte nada
relevante. Su dimensión no radica en la idea sino en la sensación que produce.
No en el hecho contado sino en los niveles interiores en los que te transporta
sin darte cuenta.
Hay novelas en las que se nota mucho la
mano del escritor que también es poeta en este sentido, porque escritor o
poeta… Esa disyuntiva aparente tema suficiente a opinar en otro momento con
todo lujo de detalles, avanzo mi línea al respecto subrayando el calificativo
de aparente con una sonrisa en los labios y una estilográfica azul en mi
cuaderno de notas. Y otras novelas en las que por el contrario poseen una forma
netamente argumental y llana en diferente grado, salvando las distancias con el
género policíaco en el que abundan los saltos adelante o hacia atrás en la
narración para enganchar al lector. Una vez que la prosa poética te ha
transportado a su terreno en la que lees por el gusto de paladear su armonía te
encuentras en un estado de complacencia aflorando un modo de pensar claro y
liviano. Es como si te quitase toda la carga de ideas oxidadas que impiden a tu
pensamiento moverse con agilidad y libertad. Y sigues leyendo llevado por la
corriente. Al acabar de leer un párrafo sientes la llamada de esa idea
anquilosada entre axiomas enrobinados y sin prisas retiras las losas que la
tienen atrapada. Tu idea habla claro y toma cuerpo mientras sigues leyendo esa
prosa poética sin argumento relevante. Te eleva y libera. Discurre el tiempo
calmado y respiras siguiendo el ritmo de la prosa poética. Tu idea baila con
esta forma y crece con ideas secundarias enriqueciéndose tu imaginación de
forma sana y pausada. La contradicción que me presenta este fenómeno me hace
reír con un asomo de alegría. Es sorprendente que lecturas que participan de
este género sin argumento te den el clima necesario para aclararte y permitirte
la formulación de tus historias más densas y profundas. Más si cabe al recordar
el momento anterior a decidirse entre una prosa poética y una novela de mayor
calado argumental. Ese instante en el que no valoras el darte un respiro y
disfrutar sin más. A fin de cuentas leer es un placer y no un deber, y los
escritores o artistas por ende nos debemos al placer. Ese acto es de por sí un
liberar al hombre de sus cadenas autoimpuestas o cargadas por ajenos.
Mi parecer sobre la prosa poética es que
hay que darle una oportunidad y con ello darnos a nosotros mismos la
oportunidad de liberarnos de nuestros prejuicios formales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario