Cuando me siento bajo de moral y lo veo todo negro me paro un momento y pienso: ¿de qué me sirve pensar que todo va a salir mal? ¡Hay tantas cosas buenas! Y miro alrededor y veo un jardín con flores de vivos colores y hermosas formas llenas de vida. Me dejo llevar en ese momento por la belleza que irradia lo cotidiano de nuestra Plaza del Altozano y el efímero tiempo de la vida se para, se toma un descanso para vivir. Miro la belleza y en ese momento de paz la belleza me mira a su vez respondiéndome con la serena esperanza. Me fijo y veo los pasos de una flor pequeña de incipiente esplendor, otras en su apogeo y al fin las que empiezan su marchito final. Ese es el jardín, en su conjunto y en sus partes formando un todo. Y al ver las marchitas, el tiempo vuelve a transcurrir. Con una diferencia. Esas flores también me miran como las mejores y más bonitas, me han dedicado el poco tiempo que les queda con humilde dignidad lo que me lleva a sentir que el tiempo que deviene, pasa como elegimos, pleno, intemporal, sereno y equilibrado en sus manos, las de más y las de menos.
¡¡Ánimo!!
Mercurio 25.
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