Se cierra la niebla. Agudizados oídos sangran cantos de sirena.

miércoles, 27 de abril de 2011

Cazador.

No tardo nada en darme cuenta, llora
con tanto dolor que gimen el viento
y la luna derretida de lamento
en la madrugada vestida de negra hora.

El lobo y el oso corren sin demora.
A una colmillo con zarpa, momento
de salvaje cruce, el rojo cuento
de una última marcha, perdedora.

Once marcas en costado y manos
portaba el abatido, su hijo.
Sobre el cuello no alcanza recuerdo.

Monte de mísera piedad, átanos
con negra venganza, nuestro cobijo
de espada y gran martillo, por el muerdo.

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