Se cierra la niebla. Agudizados oídos sangran cantos de sirena.

martes, 18 de junio de 2013

UNO. Capítulo 2.

  Ruge mi moto ahogando el torbellino de pensamientos que me asaltan por el bulevar sin luces. Las sombras se suceden entre jirones de niebla. Mi percepción falla por un instante, algo ha cambiado en la atmósfera. El consejo colonial esta en un edificio del centro custodiado por guardias y sistemas de seguridad. Esos ancianos me querían, voy a complacerles aunque no creo que como esperaban.

  La vigilancia es ineficiente, puntos ciegos en las cámaras, los guardias no llegan a cubrir sus distancias. Después de la guerra no han quedado más que críos y carcamales. Tomo precauciones para la salida desde el conducto de ventilación de la antecámara hasta el consejo, suele pasar factura no hacerlo. Mi mano derecha es buena prueba de ello, aún saltan algunos detectores de metal a pesar de su recubrimiento plástico. Oigo pasos en la galería. Sigo hasta el siguiente conducto hasta la cámara del consejo.

  Una voz gutural marca el ritmo de la conversación, otra aguda da color de nerviosismo y una grave y pausada da paso a un cambio de tema. Pasan a la cámara con el resto de colonial, dos más manejando planos. Repaso mentalmente la colocación de los explosivos y bombas de humo que he colocado a mi paso hasta esta cámara, incluyendo las digitales para mantener ocupados a los guardias. Una vez dentro todos acciono mi contra sistema y los dejo encerrados sin que lo sepan dentro ni fuera. Gracias Cyrus por ser tan cabrón con estos cacharros estés donde estés.

 - El asesino falló, Xan. Debimos ser diplomáticos.- Voz aguda a gutural
 - Cierto, hubiera sido más prudente Sorah, pero... ¿Nos hubiera tomado en serio mostrando nuestra flaqueza?- Respondió el interpelado de voz gutural con un atisbo de ira al de voz grave.

  Un humo verdoso sale de los respiraderos al tiempo que una figura parda irrumpe desde el techo. Todo es confusión y revuelo de maldiciones en sauber, la antigua lengua de los colonial. Gunstig es apresado, su voz aguda alerta al resto de la situación del peligro. El filo de la navaja acaricia el pescuezo del anciano amilanando sus chillidos al tiempo que aparecen todos sus compañeros rodeados por varios tipos del mismo corte que el primer incursor caído del techo como un rayo.
 - Buenas noches carrozas, ahora tenéis toda la atención de uno, ¿verdad que sí, "grititos"?- El incursor señalaba con su mirada a Xan.



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